Un comentario de la Dra. Jéssica Fernández Domínguez, del Centro Médico de Asturias, sobre su artículo de reciente publicación en Revista de Neurología (ver artículo original)
Cada vez es más frecuente el uso del dúplex en neurología, especialmente para el estudio de patología cerebral vascular, pero también en el estudio de otras patologías neurológicas como la enfermedad de Parkinson o el estudio de nervios periféricos, como el nervio mediano. Recientemente hemos publicado un estudio piloto sobre su posible utilidad para la detección de atrofia del nervio óptico (NO) en las enfermedades desmielinizantes, especialmente en la esclerosis múltiple. Para ello, realizamos un estudio prospectivo de tipo casos-control sano. En total se incluyeron 31 casos y 24 controles sanos, previa firma de consentimiento informado. El grupo de los casos estaba conformado tanto por pacientes con diagnóstico de síndrome clínico aislado como por pacientes con el diagnóstico de esclerosis múltiple en cualquiera de sus formas (recurrente –remitente, primaria progresiva y secundariamente progresiva). Asimismo se recogieron diferentes datos demográficos en ambos grupos, y en el grupo de casos se recogieron datos relacionados con la enfermedad: tratamientos que realizaba el paciente, pruebas complementarias realizadas (presencia de bandas oligoclonales (BOC), potenciales evocados visuales (PEV) alterados, lesiones en RM Craneal y cervical…).
Los datos del estudio arrojaron una diferencia estadísticamente significativa en cuanto al diámetro del NO, que se encontraba reducido en el grupo de casos frente al grupo control sano. Un ulterior análisis mediante curva de ROC mostró que un diámetro de unos 3,05mm predecía, con una sensibilidad entorno al 71% y una especificidad del 100%, la pertenencia al grupo de casos. Posteriormente realizamos un subanálisis del grupo casos para comparar los hallazgos ultrasonográficos (disminución del grosor del tamaño del NO) con la presencia de antecedentes previos de neuritis óptica, la existencia de PEV alterados o la presencia de BOC, sin que se obtuviesen diferencias estadísticamente significativas, si bien en todos los casos estudiados se obtuvo un valor medio de diámetro de NO por debajo de 3,05mm.
En conclusión, nuestro estudio arrojó una serie de datos interesantes: por una parte, se confirmó la hipótesis principal en la que se pretendía valorar diferencias en el diámetro del NO en pacientes con enfermedad respecto a pacientes sanos, de modo que la reducción significativa del tamaño del NO en los casos se podría traducir en existencia de atrofia de dicho nervio. Adicionalmente, la valoración del diámetro del NO mediante ultrasonidos se mostró como una prueba sensible y muy específica a la hora de determinar la pertenencia al grupo de casos o probandos sanos. Asimismo, un dato muy interesante que encontramos fue que en el grupo de casos se obtuvieron valores significativamente reducidos del tamaño del NO, incluso en aquellos en los que no existían antecedentes previos de haber padecido una neuritis óptica o de daño del NO en los PEV, lo cual puede traducirse en una pérdida axonal progresiva y silente en estos pacientes, datos que son superponibles a los obtenidos en estudios previos realizados con la tomografía por coherencia óptica (TCO). Si bien estos datos nos animan a suponer que la ecografía del NO puede ser una prueba útil, fiable y específica a la hora de determinar la existencia de atrofia del mismo en enfermedades desmielinizantes, no podemos obviar que se trata de un estudio piloto realizado en una serie pequeña de pacientes. Futuros estudios deberán confirmar los datos aquí obtenidos y su utilidad comparada con otras pruebas diagnósticas realizadas en la actualidad, como son los PEV y la TCO.
